Hay
personas que se convierten en personajes. Voy a hablar de uno de estos
personajes con el que coincidimos todos los veranos desde ya hace tiempo en un
pueblo de los Pirineos. Se aloja en nuestro hotel habitual al que acude en el
autobús de línea, y con él se va cuando acaba su estancia.
Es una
señora delgada y pequeñita, que trabajó en diversos hospitales en puestos de
responsabilidad. Pero de eso ya hace mucho tiempo.
Tiene
asignada, por así decirlo, una mesa junto a un ventanal del bar. Allí desayuna,
come y cena todos los días, viendo el trasiego de gente por la calle y en el hotel, hablando con unos y con otros
con perfecta coherencia y claridad, pues tanto el personal del establecimiento
como los clientes habituales y vecinos de la localidad la conocen.
Siempre
correctamente vestida y limpia, anda con un bastón subiendo y bajando escaleras
si hace falta. Por la calle lleva un andador con ruedas. No lleva asistente
alguno.
Su
rutina diaria, si el tiempo lo permite, consiste en desayunar a la hora
habitual, dar un paseo por la mañana por el pueblo, comer, descansar en su
habitación y por la tarde ir a misa. Luego cena y se retira. Si el tiempo no le
permite salir, ve la tele desde su rincón, charla con unos y con otros o se va
a su habitación.
Hasta
aquí la cosa no parece tener nada de particular. Pero si añadimos que inicia su
estancia a mediados de junio y vuelve a su casa a mediados de septiembre, va
sola, aunque a veces recibe algunas visitas, y este agosto cumplió 99 años, ya
es otro cantar ¿verdad?
Ya
firmaríamos todos para llegar a esa edad y en sus condiciones. Autónoma y libre
disfruta tres meses al año de las delicias del Pirineo. Empieza sus
“vacaciones” cuando no hay aún mucha gente, soporta las insufribles
aglomeraciones de agosto y se va cuando la calma vuelve al valle.
El año
que viene cumplirá 100 años, y si todo sigue como hasta hoy, allí piensa
celebrarlo. En el hotel lo saben, ¡cómo no! y estarán sin duda a la altura de
las circunstancias.
Pues
esta es la historia que comentábamos un día de estos con unos amigos. Todo un
personaje de los que, a buen seguro, cuando fuera joven dejaría huella por allá
por donde pasara. Probablemente fuera una mujer adelantada a su tiempo y que
sigue gozando hoy de un tiempo que, casi 100 años después del que le vio nacer,
sigue siendo suyo.
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