Siempre he sido hombre de esperanza pero, cada vez
más, me veo como un hombre de esperanza desesperanzado.
Cada vez entiendo menos lo que pasa a mi alrededor en
todos los ámbitos, y subrayo lo de todos; y el vivir sin entender erosiona la
esperanza en el futuro, incluso en el futuro más inmediato.
Será que estoy perdiendo facultades mentales, será
que me estoy haciendo viejo, será que estoy cansado de tantas cosas, o será todo
esto junto y algo más…
No sé. El caso es que, releyendo el otro día al bueno
de Juan Ramón Jiménez (lo hago a menudo) encontré este precioso poema que me
alegró la tarde mustia, que me avivó la llamita pobre de mi esperanza.
Creímos
que todo estaba
roto,
perdido, manchado…
-pero
dentro sonreía
lo
verdadero esperando.-
¡Lágrimas
rojas, calientes,
en
los cristales helados!...
-pero
dentro sonreía
lo
verdadero esperando.-
Se
acababa el día negro,
revuelto
en frío mojado…
-pero
dentro sonreía
lo
verdadero esperando.-
Cerré el libro y pensé que Juan Ramón Jiménez tiene
razón. Aunque tantas veces piense que todo está roto, perdido, manchado;
aunque tantas veces, sobre cristales helados caigan lágrimas rojas, calientes y
a nadie le importe un ardite; aunque haya días negros que acaban revueltos en
un frío mojado, lo verdadero sonríe esperando. Esperando el día de salir a la
luz. Y sonríe porque sabe seguro que algún día saldrá a la luz.
Y caí en la cuenta de que muchas veces intuyo esa
sonrisa de lo verdadero. Sí, la intuyo en muchas personas, en mil momentos. Y
sé que es importante esforzarme por intuirla, aunque no la vea, sólo intuirla debe bastarme.
Me gustó el poema, me gustó mucho. Y además llegaba a
mí en un momento oportuno, en un momento muy oportuno.
Es la literatura hecha vida. La literatura actuando
en la vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio, porque las
palabras que leía eran la voz viva del poeta resonando en mi interior.
Y esa voz me elevó hacia otra voz más alta, más
antigua “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva…” (Ap. 21) Y entendí que ese Cielo Nuevo y esa Tierra Nueva es lo verdadero que sonríe esperando.
NOTA: El poema es el 61 de la tercera antología poética.
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