FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Plantar cara al mal.


Me disponía a escribir una nueva entrada sobre una cuestión pero, esa foto y esos dibujos de la anterior me han hecho caer en la cuenta de que esa cuestión no venía a cuento. No podía estar la una detrás de la otra. Me chirriaba y me dolía.
Y entonces me he dado cuenta también de algo que en el fondo ya sabía. De que somos terriblemente consumistas, de que somos voraces consumidores de todo, hasta del dolor ajeno.
Sí, consumimos el dolor, el horror, la brutalidad, la barbarie, y lo metabolizamos envenenándonos por dentro hasta alcanzar un nivel de insensibilidad atroz.
La foto que ha dado la vuelta al mundo y ha sacudido conciencias pasará también al olvido. Al menos ésta ha tenido “su momento de gloria”. Pero hay otras, hay muchas otras. Si tenéis estómago, teclead en el buscador de imágenes de google las palabras niños muertos en guerras. Y mirad, si podéis.
La gente abandona su tierra y sus raíces huyendo de la guerra y la miseria. Y a menudo pierden la vida en el intento. Y Europa, parece ser, abre sus brazos. Bien. Muy bien. Pero no basta con eso. La vieja y timorata Europa debe también comprometerse con el objetivo de que nadie se vea obligado a dejar su casa, su vida, la tierra que le vio nacer. ¿Puede?
Y ahí está el problema. Lo que está ocurriendo es lo mismo que pasó con Hitler. Nadie le paró los pies a tiempo. Ahora, hay otro totalitarismo avanzando. Atentados salvajes, de vez en cuando alguno por aquí; destrucción de obras de arte milenarias; éxodos masivos; pueblos y ciudades arrasados; reclutamiento de combatientes; ejecuciones publicas; guerra pura y dura, en otras tierras, de momento...
El horizonte es tan negro, hay tanta noticia horrible, tanta imagen atroz y mira por dónde esa foto dio en el clavo de nuestra sensibilidad. Pues bien. Me alegro. Al menos que se hable del asunto. Que la calle presione a quienes tienen en su mano hacer algo eficaz. Pero sobre todo que seamos capaces de darnos cuenta del origen del mal.
Yo lo tengo claro. Siempre que pongamos por encima del hombre, de su dignidad,  de su libertad, de su derecho a la vida, ideologías o religiones; siempre que lenguas y banderas se utilicen para enfrentar y excluir; siempre que el ansia de dinero y de poder estén por encima del bien común; siempre que no seamos capaces de buscar lo que nos une como humanos, ahondando impúdicamente en lo que nos separa; siempre que pase todo esto, y está pasando, seguiremos abriendo las puertas al infierno.
Es tiempo de unidad. De solidaridad. Hay un enemigo común muy poderoso. Y estoy convencido de que ese enemigo no se derrotará con las armas, al menos sólo con las armas, sino con un cambio muy profundo en nuestra sociedad, en nosotros mismos.
En vez de consumir el dolor ajeno, debemos plantarle cara. Hemos de dar la cara por el hombre en nuestro día a día, en nuestra vida cotidiana. Es nuestra manera de pararle los pies al mal. Nos va la vida en ello. 

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