Escribía Miguel de Unamuno, en junio de 1916, tras
una visita a Barcelona, hablando de Cataluña, “es nuestro problema político
nacional éste de la concordia entre las diversas índoles de los pueblos que
integran a España”.
Y en 99 años y 3 meses, a la vista está, no hemos
sido capaces de resolverlo. Y hemos llegado a donde nunca deberíamos haber
llegado. ¡Cuánto le dolería a Unamuno esta España de hoy!
Este próximo 27 de septiembre no es más que el
resultado de una larga serie de errores y despropósitos cometidos por todos. No
es más que la constatación de que no hemos sido capaces de asumir nuestra
propia y dolorosa historia y por lo
tanto de elevarnos sobre ella y construir juntos un país para todos, en una
Europa para todos, en un mundo que debería ser para todos.
Pienso que ni desde un punto de vista histórico, ni
político, ni económico, ni cultural, ni social, ni ético, tiene sentido alguno,
hoy en día, la independencia de Cataluña. Se sitúa, entiendo yo, en un plano
emocional y es fruto de desencuentros y manipulaciones sin cuento. De
confusiones y malos entendidos, explotados por aquellos que buscan incansables
lo que nos diferencia a las personas y a los pueblos, para separar y dividir,
en vez de aunar e integrar. Y de esos hay en todas partes. También es fruto de
los que pretendieron unir a golpe de sable y bayoneta.
Siempre me han dado miedo los mensajes donde subyace
el nosotros y los otros, y que se empeñan en evidenciar y marcar las
diferencias. Porque siempre acaban mal.
Y siempre me he apuntado al carro de aquellos cuyo
mensaje es el hacer del ellos, el vosotros, y el nosotros, un único nosotros en
el que quepan todos, tan diverso como queráis, pero nosotros. Esa es la línea
de la historia en la que creo.
Por eso no es bueno el punto al que hemos llegado.
Por eso me entristece y me preocupa profundamente. No ya sólo por lo que pase o
deje de pasar en el futuro, que también, sino por lo que ya está pasando ahora,
por lo que ha pasado durante tantos años.
Escribía también Unamuno, “mucho puede y debe
aprender de Cataluña el resto de España, pero también de ésta puede y debe
aprender mucho Cataluña”.
Si esto hubiera sucedido, y ha pasado casi un siglo
desde que se escribieron estas palabras, no estaríamos ahora donde estamos.
Pero claro, ha sido la historia de éste, nuestro siglo XX, tan terrible…Historia
preñada de injusticias, de sufrimiento, de errores…
Y no hemos sido capaces de asumirla y superarla. Seguimos presa de su dinámica ciega. ¡Qué
pena! ¡Qué herencia tan triste para las generaciones venideras!
NOTA:
Como casi nada hay incuestionable, tampoco son
incuestionables mis palabras. Son eso, mis palabras. Lo que pienso, lo que creo
y lo que siento. Y están escritas desde el respeto a otros planteamientos que
en absoluto comparto y desde la tristeza. Como a Unamuno, a principios del
siglo XX, hoy a principios del XXI, de verdad, me duele España.
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