Hay
noticias que tienen su gracia. Hoy me he enterado de una curiosa y con su toque
un punto divertido. Resulta que a un par de monaguillos de la catedral de
Santiago de Compostela no se les ocurrió otra cosa que poner el pasado 6 de
enero medio kilo de marihuana en el botafumeiro. Ocurrencias de la juventud.
Lógicamente
el personal asistente a misa notó un olorcillo un poco extraño, quizá para alguien
conocido, pero desde luego poco usual en tan sacro lugar. No sé si el aroma en
cuestión elevó el espíritu de alguno de los asistentes más de lo debido, pero
lo que si sucedió es que, realizadas las averiguaciones pertinentes, se
descubrió a los autores que intentaron emporrar a la catedral en pleno y fueron
denunciados a la policía.
Tras
pasar la noche en el calabozo quedaron en libertad sin cargos, pues parece ser
que no hay ley escrita que diga que no se puede poner marihuana en el
botafumeiro y por lo tanto no había propiamente delito. Lo que sí ha pasado
lógicamente es que han sido expulsados del monaguillato.(1)
En
fin, ocurrencias curiosas del personal donde no ves mala intención sino ideas
extravagantes de esas que se generan en lo más recóndito del cerebro no se sabe
cómo y, que mira por dónde, va y se ejecutan.
No sé
si esta historia habrá molestado mucho a las autoridades eclesiásticas de
Santiago; me sabría mal. A los policías que los detuvieron y al inspector que les interrogó
debe haberles dado bastante risa. Y seguro que a Santiago y al mismísimo Dios
Todopoderoso, más.
(1.De
cardenal cardenalato, pues de monaguillo, monaguillato)
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