Hay
algunas situaciones en las que se ve muy clara la profunda estupidez en la que
sin darnos cuenta vivimos sumidos. Una de ellas es la que provocan los
temporales de nieve de cada invierno.
Hoy he
visto, sin quererlo, el especial de la sexta sobre el tema y no he podido
reprimir los tacos que junto a sapos y culebras salían de mi boca. Porque era
todo él un patético despropósito, una inconmensurable majadería y una descarada
manipulación política contra el gobierno.
Pobres
conductores, con sus familias, niños, ancianos, perros, pájaros, desinformados,
abandonados a su suerte en esas carreteras nevadas, sin que nadie les lleve una
sopita caliente, les cante una nana y les diga personalmente que está nevando.
Y la culpa de este horror, claro está, es del gobierno que no informa, no
prevé, no actúa, y además no da la cara.
Este
es el planteamiento. Planteamiento al que pongo varias objeciones. La primera
es que informados estábamos todos. A no ser que uno sea idiota debería saber
que estábamos en alerta roja y naranja, y que el temporal venía anunciándose
varios días.
La
segunda es que echarse a la carretera con semejante previsión, con o sin
cadenas y justo de cara a la nevada es poco menos que una irresponsabilidad
total de la que nadie tiene la culpa excepto el insensato que toma esa
decisión. Y mucho más si lleva a la familia en pleno, suegra incluida.
La
tercera es que es imposible controlar totalmente los efectos de un temporal de
la extensión e intensidad que ha tenido y tiene éste, intensidad y extensión
anunciadas sobradamente. Vivimos en la creencia falsa de que podemos afrontar todos
los embates de la naturaleza y no es cierto. Es un espejismo muy típico de los
urbanitas.
La
cuarta es que estoy convencido de que la Guardia Civil, las máquinas
quitanieves y todas las demás personas implicadas en gestionar esta crisis han
hecho todo lo que han podido y más, y si ha habido errores, siempre los hay, la
mayoría de ellos estarán en el terreno de lo inevitable.
Lo
tengo así de claro. Tan claro como la falta de honestidad e incluso de
inteligencia de los líderes políticos de la oposición que no han tardado nada
en aprovechar la situación para cargar contra el gobierno, su incapacidad de
gestión y su ineptitud. Y no saben que a poco sentido crítico que tenga una
persona, esa jugada, por llamarlo de algún modo, es ridícula y pueril y deja
muy clara su baja categoría personal y política.
Y una
cosita me queda decir. Si en el gobierno estuviera otro partido habría escrito
lo mismo, porque hubiera pasado lo mismo. No así ciertas cadenas de televisión
a las que se les ve demasiado el plumero. ¿A que sí? Así que el personal se
rasgue menos las vestiduras y asuma las consecuencias de su estupidez, que los
medios de comunicación se ajusten algo a la ética, y que los políticos sean un
poquito más serios y honestos. Por lo demás que siga nevando, que falta hace.
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