En
pleno invierno, por estas tierras del Mediterráneo, los almendros y las aliagas
anuncian ya la primavera. Hoy, el campo, húmedo y limpio, era una fiesta. Casi
me parecía escuchar a los árboles y plantas absorbiendo el agua que, aunque de
modo desigual, por fin llegó. Porque esta primavera invernal nuestra, siempre
es hermosa, pero si es bendecida con el agua, es mucho más hermosa todavía.
Aquí tenéis tres “fotitas”.
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