FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

domingo, 6 de septiembre de 2020

Los nopales se nos van.


Hace ya tiempo que una plaga está acabando con los nopales, las chumberas que decimos por aquí. Y es una lástima, porque aunque está incluida en el catálogo de especies invasoras, la invasión vino en barco, de Méjico, hace 400 años, y la planta en cuestión ya hace mucho tiempo que entró a formar parte del ecosistema mediterráneo. Y es bonita. Sus flores, preciosas. Sus frutos, sanos y comestibles, aunque no muy apreciados, y cuando forma grandes setos, espectacular.

Pues lo dicho, una cochinilla está acabando con ella sin que nadie haga nada por evitarlo; para variar.

Los nopales, aferrándose a la vida, se defienden produciendo nuevos brotes que pronto son devorados por el bicho, más activo en verano. Por eso, aunque en el invierno parecerá que resurgen, los largos estíos acabarán por borrarlas de nuestros campos y montes en unos pocos años.

En homenaje a esta bonita planta que durante más de cuatrocientos años ha formado parte de nuestro paisaje, incluso que ha entrado en páginas memorables de nuestra literatura, y que pronto nos abandonará, comparto esta foto que hice el otro día, y un texto de Platero y yo en el que habla de ella.

En la foto se ve un verde y limpio brote brillando al sol, surgiendo de lo que fue un gran nopal, ya casi muerto. Es también todo un símbolo, ¿verdad?

Y escribe Juan Ramón Jiménez, en el capítulo CXXXVI de Platero y yo, titulado A Platero en el cielo de Moguer:

Dulce Platero trotón, burrillo mío, que llevaste mi alma tantas veces —¡sólo mi alma!— por aquellos hondos caminos de nopales, de malvas y de madreselvas; a ti este libro que habla de ti, ahora que puedes entenderlo.

Va a tu alma, que ya pace en el Paraíso, por el alma de nuestros paisajes moguereños, que también habrá subido al cielo con la tuya; lleva montada en su lomo de papel a mi alma, que, caminando entre zarzas en flor a su ascensión, se hace más buena, más pacífica, más pura cada día.

Sí. Yo sé que, a la caída de la tarde, cuando, entre las oropéndolas y los azahares, llego, lento y pensativo, por el naranjal solitario, al pino que arrulla tu muerte, tú, Platero, feliz en tu prado de rosas eternas, me verás detenerme ante los lirios amarillos que ha brotado tu descompuesto corazón.


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