Aunque
nuestra sagrada libertad sigue limitada por muchas restricciones, podemos salir
a pasear un rato al día o hacer algo de deporte, y a los niños, desde hace algún
tiempo, ya se le ve y se les oye por la calle.
Algo
de aire fresco, aunque en un día como ayer lo de fresco es un decir, parece que
sopla. ¡Ojalá que ese aire, ahora brisa, acabe convirtiéndose en viento
impetuoso que nos devuelva definitivamente la libertad! ¡Y ojalá no tengamos
que volver a lo que todos queremos olvidar!
Por
eso, y más como signo de esperanza que como realidad presente, dejo de saludar
cada mañana contando los días de confinamiento. Cincuenta amaneceres quedan
atrás.
¡Buenos
días!
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