Escribe
el poeta Dámaso Alonso, en su libro Hijos de la ira, un poema titulado A la
Virgen María. El poema es largo. Hoy, Día de la Virgen de los Desamparados,
comparto las últimas estrofas.
Podéis
leerlo como un bonito texto literario. Podéis rezar con él. O ambas cosas; la
una no quita la otra. ¡Cuántas veces la literatura es oración, y la oración
literatura!
¡Qué dulce sueño en tu regazo, madre,
soto seguro y verde entre corrientes rugidoras,
alto nido colgante sobre el pinar cimero,
nieve en quien Dios se posa como el aire de estío,
en un enorme beso azul,
oh tú, primera y extrañísima creación de su amor!
Déjame ahora que te sienta humana,
madre de carne sólo,
igual que te pintaron tus más tiernos amantes;
déjame que contemple, tras tus ojos bellísimos,
los ojos apenados de mi madre terrena;
permíteme que piense
que posas un instante esa divina carga
y me tiendes los brazos,
y me acunas en tus brazos,
acunas mi dolor,
hombre que lloro.
Virgen María, madre,
dormir quiero en tus brazos
hasta que en Dios despierte.
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