Hay
una pregunta que me ronda por la cabeza hace ya tiempo. Y ahora, cuando falta
poquito para entrar en la fase 1, la voy a formular.
Si
tenemos uno de los sistemas sanitarios mejores del mundo, y como consecuencia
una de la esperanzas de vida más altas; esto es verdad, ¿cómo es posible que
también sea verdad que hemos sido de los países más afectados, o el más
afectado por la pandemia?
Esto
no es lógico. La descomunal crisis sanitaria no tenía por qué haberse producido
considerando lo arriba expuesto. Y se produjo. Yo no lo entiendo.
Por
otra parte pienso que será casi inevitable que la crisis económica que no ha
hecho más que empezar, vaya a ser aquí también más virulenta que en otros
muchos países, porque a diferencia de nuestro sistema sanitario, el económico
deja bastante que desear.
Y
ahora viene una reflexión. Si con un buen sistema sanitario ha pasado lo que ha
pasado en el ámbito de la salud, con un sistema económico lastrado por demasiados
defectos, ¿qué sucederá en el ámbito de los dineros?
Campeones
en contagios, en fallecidos, en parados…
Somos
un gran país, no lo dudo, y quien me conoce sabe que nunca me he avergonzado de
haber nacido en él, ni de su historia. Que amo su arte, sus paisajes, sus costumbres, su gastronomía…
Pero
¿cómo gestionamos este gran país? Creo que una de las causas principales de lo
que ha pasado es que nuestro políticos, hasta última hora, estaban más atentos
a sus mezquinos enfrentamientos, a sus servidumbres ideológicas, a su ansia de
asegurarse votos, que al bienestar de los ciudadanos, que debería ser su
objetivo principal.
Pero
el problema es que por lo que veo, así siguen. Como si ya estuviera pasando
todo. Cuando hemos pasado mucho, pero queda mucho por pasar. Y si persisten en
los mismos errores que nos han llevado a esta situación, nos va a costar mucho
más salir del hoyo en el que estamos.
Y
quede claro que estas líneas no son una crítica al gobierno. Son una pregunta,
¿cómo ha podido pasar esto aquí y de esta manera? Y una posible respuesta,
porque los políticos, todos, estaban más atentos a sus habituales gilipolleces
que a lo que tenían que estar atentos.
Y temo que así sigan.
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