Andaba
hoy por un camino, seguido a cierta distancia por un grupo en animada
conversación; he dicho un grupo, ¡ojo al dato! He apretado el paso para
alejarme y al poco he escuchado el paso de alguien que venía corriendo por el
lado del camino que iba yo.
Cuando
veía que se acercaba me he pasado al otro lado, era ancho, y entonces, al
llegar a mi altura este buen hombre me ha dicho, iba a apartarme yo. A lo que le
he contestado, no pasa nada, uno de los dos, da igual. Y él, gracias, muchas
gracias, y ha seguido corriendo.
Y yo
he pensado, ¡qué bonito! Responsabilidad y educación juntas. Esto es lo que
puede salvarnos. No lo de quedar con los amiguetes como si nada estuviera
pasando, como el grupito que ya se había quedado lejos, y que se lo habrán
pasado la mar de bien.
Yo
también tengo ganas de pasármelo bien. De
recuperar mi vida social. Un “armosaret” en el bar con los amigos, un
buen día de montaña juntos y una cena de restaurante para acabar. ¡Y tan bien
que me lo pasaría! Hacer esto muchas veces era mi sueño para la jubilación.
Pero
ahora no toca. Ahora toca “joderse”, con perdón. Pero todos, ¡eh!, todos; si
queremos que muchos sueños rotos vuelvan a recomponerse. Y para llegar a eso, lo
esencial es responsabilidad y educación. Aparte de medidas acertadas de la
autoridad. Pero eso es otro cantar.
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