Estaba
esta mañana leyendo, en el ordenador, el Cántico de los tres jóvenes, y cuando llegaba al
versículo que dice, "Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid
al Señor" un trueno formidable, seco y largo, nos ha sobresaltado…, y se ha ido
la luz.
Si
hubiera buscado esta coincidencia bien difícil hubiera sido encontrarla. Ha
sido impresionante. Y me ha hecho pensar en algo que muchas veces he dicho a
otros, tanto en el ámbito personal como profesional. Que las cosas
verdaderamente importantes de nuestra vida suelen sucedernos sin que las
busquemos, y de manera sorprendente e inesperada.
Como
el amor.
El día
de ayer, del que guardaremos un hondo y grato recuerdo, no salió para nada como
lo habíamos pensado hace ya tiempo, ni tan siquiera como lo habíamos previsto
la víspera. ¡Pero qué hermoso fue!
Sorprendentes
e inesperados fueron los acontecimientos que se fueron engarzando,
plácidamente, uno tras otro. Sorprendentes e inesperados. Como el rayo de esta
mañana.
Y es
que es cierto que los caminos del Señor son inescrutables.
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Angeles
del Señor, bendecid al Señor;
cielos,
bendecid al Señor.
Aguas
del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos
del Señor, bendecid al Señor.
Sol y
luna, bendecid al Señor;
astros
del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia
y rocío, bendecid al Señor;
vientos
todos, bendecid al Señor.
Fuego
y calor, bendecid al Señor;
fríos
y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos
y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos
y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas
y nieves, bendecid al Señor;
noche
y día, bendecid al Señor.
Luz y
tinieblas, bendecid al Señor;
rayos
y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga
la tierra al Señor,
ensálcelo
con himnos por los siglos.
Montes
y cumbres, bendecid al Señor;
76cuanto
germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales,
bendecid al Señor;
mares
y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos
y peces, bendecid al Señor;
aves
del cielo, bendecid al Señor.
Fieras
y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Hijos
de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga
Israel al Señor.
Sacerdotes
del Señor, bendecid al Señor;
siervos
del Señor, bendecid al Señor.
Almas
y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos
y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías,
Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Bendigamos
al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo
con himnos por los siglos.
Bendito
el Señor en la bóveda del cielo,
alabado
y glorioso y ensalzado por los siglos.
Dn. 3,57-88.56.
Dn. 3,57-88.56.
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