Esta
es la entrada 2000 del blog. Como no puede ser menos voy a dedicarla a
celebrarlo. Y lo voy a hacer justificando y agradeciendo.
Empezaré
justificando. Un blog puede servir para muchas cosas bien diferentes. A mí me
ha servido y me está sirviendo fundamentalmente para aclarar mis propios
pensamientos y, desde hace algún tiempo, para no sentirme al margen ya del
mundo y de la vida, en una especie de rampa de lanzamiento hacia el más allá.
Escribir
exige, al menos a mí, pensar lo que escribo, y más cuando sabes que alguien te
va a leer. Y el pensar obliga a clarificar ideas, a controlar impulsos, a
tratar de ser coherente y sobre todo a no traicionarte a ti mismo. Ha habido
entradas que no han visto la luz, las hay. Otras que las he leído y releído mil
veces y las he publicado con un cierto temor en estos tiempos de libertades
recortadas. También las hay que han salido sin problema alguno, enseguida. En
esta tarea de alumbramiento, el papel de Isabel ha sido crucial. Y el resultado
es un saneamiento y clarificación de mis propios pensamientos. Y creo que eso
es bueno.
También
el blog me ha servido para, de algún modo, seguir socialmente vivo, seguir en
el mundo. En estos últimos años, una larga baja de seis meses, la jubilación,
el confinamiento y el miedo que sigue tan vivo como la pandemia, me han
apartado bruscamente de la vida social. Y la sensación que te queda es la de que
ya te has vaciado, que ya has dado todo lo que podías dar, que ya has dejado de
ser útil a la sociedad, ya no le sirves. Si acaso a los tuyos… Y ahí el blog ha
funcionado como un auténtico salvavidas. Puedo a través de él, y ahora sólo a
través de él, seguir aportando algo al mundo en el que vivo, algo que pienso
puede serle útil a alguien. Y eso, en mis circunstancias personales, es muy
importante, vital para poder seguir sintiéndome socialmente vivo.
Y
enlazo así con la segunda parte de esta entrada. La del agradecimiento, porque
después de lo dicho se entenderá fácilmente lo importante que es saber que no
eres una voz en el desierto, que no escribes para nadie, lo que agravaría el
sentimiento de desahucio social.
Esa
relación establecida con los que me leéis me hace pensar que es falso el
fantasma de la rampa de lanzamiento. Personalmente, o a través de las redes
sociales, de mil formas distintas, me hacéis saber que estáis ahí, al otro lado
de la pantalla. Y eso es muy, muy de agradecer. Y lo que es también importante,
este sentimiento de gratitud es muy superior, infinitamente superior a las
decepciones, algunas muy dolorosas, también presentes en estos años.
Así
pues, quedan justificadas estas dos mil entradas, y manifestado públicamente el
hondo sentimiento de gratitud hacía todos aquellos que, con vuestra "presencia",
habéis hecho posible que hoy pueda escribir la entrada dos mil.
Y no
quiero acabar sin agradecer a Isabel su importante colaboración. No sólo con el
contenido de muchas entradas, sino como correctora implacable de esas comas,
acentos y demás zarandajas que, tras escribirlo, no ves aunque lo leas mil
veces, pero que ella pilla enseguida. Y por su apoyo para seguir.
Muchas
gracias a todos.
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