Tiempo
de madroños. Es curioso cómo este bonito arbusto, espléndido en esta época del
año, pasa bastante desapercibido. Sus hojas, verde oscuro; sus flores,
pequeñitas y blanquecinas; sus frutos, desde el verde al rojo oscuro, pasando
por un naranja precioso, lucen ahora en todo su esplendor. Y todo a la vez, las
hojas, las flores, los frutos en sus distintos momentos de maduración; todo un
espectáculo. Además, cuando están en su sazón son dulces, sabrosos y muy sanos.
Y ahí
están; muriéndose de risa. Pocos se paran a mirarlos; ahora, en el monte todo
el mundo corre a pata o con ruedas. Y claro, nadie tiene tiempo para contemplar, y menos para saborear sus frutos. ¡Qué mundo
este!
En fin, es tiempo de madroños, y salir a disfrutarlos y recoger algunos en una cestita puede ser un buen plan. Son tan decorativos, y están tan buenos. Sacarlos como postre tras una buena comida puede ser todo un puntazo.
"¡Huy qué
bonito! Y están güenos. De dónde los has sacado. De un buen supermercado; cuestan una pasta
¿sabes?"
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