Nunca
pensé que llegaría a escribir lo que voy a escribir esta tarde, pero como dice
el refrán, a grandes males, grandes remedios. Y es un gran mal, no ya la
pandemia, que lo es, sino la insolidaridad e irresponsabilidad de demasiada
gente que, haciendo caso omiso de recomendaciones e incluso prohibiciones, han
montado ya, y montarán fiestecitas esta noche y otras venideras.
El
precio que estamos pagando por todo ello es altísimo, incalculable; por eso veo
que denunciar a la policía o a la Guardia Civil cualquiera de esas reuniones,
fiestas, juergas, que además de ilegales son irresponsables e insolidarias, es
una obligación ciudadana.
Es
triste decir que en estos momentos, ser “chivato” es ser un héroe, una buena
persona, un buen ciudadano. Es una dolorosa obligación moral. Y escribir esto me duele en el alma, pero estoy
convencido de que es así.
No
podemos permitir que sigamos sufriendo, que siga sufriendo tanta gente, en gran
medida por el comportamiento aberrante e irresponsable de una minoría no tan
minoritaria como desearíamos.
Y en
cuanto a la policía y a la Guardia Civil, quiero manifestar mi respeto por su trabajo y mi apoyo,
ante la ardua tarea que tienen de protegernos de nosotros mismos. Ardua porque
la imbecilidad está muy crecidita en estos tiempos que corren.
Malos
tiempos, en los que la delación, el chivatazo, son actos heroicos. Sí, malos
tiempos. Tiempos negros.
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