Por
casualidad vi el otro día un vídeo en el que se cantaba una canción titulada Qué
xula es la mascareta*. Tras la conmoción inicial lo vi más detenidamente, y
descubrí lo interesante que es analizarlo. Y es lo que voy a hacer.
Vaya
por delante mi respeto por quienes lo han hecho, adultos y niños. Es un intento
de hacer entrar a los más pequeños en esta fea situación en la que estamos, y
eso es bueno. Sí; cualquier intento de que niños, jóvenes, adultos y ancianos,
cada lector que se sitúe donde quiera, hagamos lo que hemos de hacer para que
este infierno acabe pronto, es bueno; hasta necesario, diría yo.
Pero
sin engañar.
Y el
problema de este vídeo, teniendo aspectos buenos, es que en el fondo está
montado sobre una inmensa mentira, una falsedad. Ninguna mascarilla es chula,
aunque esté llena de dibujitos, perlitas, brillitos, banderitas o cualquier
cosa aplicable al desgraciado artilugio. Porque es eso, un desgraciado pero
necesario artilugio. Y aunque la mona se vista de seda, mona se queda.
No
creo que cambiar la realidad para que sea más fácilmente digerible sea un
camino que nos lleve a ningún lugar deseable, sino al desencanto y la
frustración, porque por muchas “monás” que hagamos, la realidad seguirá siendo
la realidad, y siempre se impone.
Lo que
ocurre es que esto es lo que se está haciendo en la educación hace ya demasiado
tiempo, y así nos va. Se les oculta la realidad a los niños y no tan niños a lo
largo de toda la etapa obligatoria, con leyes estúpidas, normativas ridículas,
y un lenguaje donde a nada se le llama por su nombre, para que luego se
encuentren con un mundo académico y laboral donde las cosas son de verdad lo
que son; o lo intentan.
Y esto
no se hace. Es una fea zancadilla.
A los
niños no se les debe decir que la mascarilla es chula. Es algo que hemos de
llevar, nos guste o no; que molesta; que dificulta nuestra comunicación; que
deseamos podérnosla quitar lo antes posible. No es chula, es una desgracia,
aunque lleve dibujados a Blancanieves y los siete enanitos o a Harry Potter.
Y así,
los niños aprenderán que hay cosas en la vida, permitidme el palabro, que
joden, y mucho. Y la tarea del maestro, del profesor, es ayudarles a
sobrellevarlas, no disfrazarlas, o negarlas. No se trata de adaptar la realidad
al niño, sino de ayudarle al niño a aceptar la realidad, porque sólo así podrá
sobrellevarla y, si puede y quiere, intentar cambiarla.
La
idea del vídeo y la canción, muy bien. El planteamiento subyacente muy mal,
pero responde a nuestro melifluo, edulcorado, nefasto, incoherente y caótico
sistema educativo.
*Si
queréis ver el vídeo teclead su nombre en internet. Yo no quiero poner ningún
enlace a él en el blog.
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