FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

domingo, 4 de octubre de 2020

Una historia de san Francisco.


Hoy, día de san Francisco de Asís, voy a compartir una pequeña historia que me contaba mi padre; no sé de dónde la sacó. Me acuerdo de ella perfectamente, y eso que era muy pequeño cuando nos la contaba.

Decía que san Francisco, cuando regresaba a la casa donde vivía con su comunidad, pasaba por una fuente de aguas frescas y abundantes, bajo una agradable sombra. A menudo tenía mucha sed, y entonces se acercaba a la fuente, acariciaba el agua, y no bebía. Hacía ese sacrificio por amor a Dios, recalcaba mi padre. Entonces elevaba los ojos al cielo y veía una estrella que pronto desaparecía.

Un día de verano, haciendo ese camino no iba solo. Le acompañaba un joven que se había unido a ellos. Como él, estaba cansado y sediento. Al ver la fuente fue presuroso hacia ella, pero viendo que Francisco se rezagaba, se apartó a un lado y esperó a que él bebiera primero.

El santo iba a hacer lo de siempre, acariciar al agua, no más. Pero supo enseguida que si él no bebía, su joven compañero tampoco lo haría. Y entonces bebió.

Y al levantar los ojos al cielo, esperando no ver la estrella, vio dos, y más brillantes que nunca.

Este sencillo cuentecito, regalo de mi padre, que quedó en mí desde que era niño, ha estado presente en muchos momentos de mi vida, porque es una lección profundamente evangélica. Pone las cosas en su sitio, podíamos decir.

A nuestra relación con Dios se ha de anteponer nuestra relación con los hombres. Ya lo dice bien claro el Evangelio; y no una vez. Cualquier cosa que hicisteis a cualquiera de estos, aún a los más pequeños, me lo hicisteis a mí.*

¡Cuánto dolor nos hubiéramos ahorrado a lo largo de la historia, si eso que ya nos dijo Jesús hace 2000 años, lo hubiéramos entendido! Y qué diferente sería nuestro mundo, si de verdad, como san Francisco, reconociéramos la presencia de Dios en la naturaleza, y en los hombres.

*Mt.25,40.

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