FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 17 de junio de 2015

Acabando etapas. 2 ¡Vamos a por la ESO!

¡Vamos a por él!

Ahora que estamos acabando el curso, es momento de reflexionar sobre cómo vuestros hijos promocionan. Con el objeto de ayudaros a esa reflexión, continúo una serie de tres entradas, en forma de carta dirigida a los padres, y una dirigida a los alumnos de 6º de Primaria.

1.      A los padres de 1º o 2º de Primaria.
2.      A los padres de 6º de Primaria.
3.      A los alumnos de 6º de Primaria. Decálogo para ir bien en la ESO.
4.      A los padres de 4º de Secundaria.


Estimados padres:

Ya se ha acabado la Primaria. En estos seis últimos años, vuestros hijos han experimentado cambios muy importantes, muchos de ellos bien visibles, otros no tanto, que nos hacen recordar, no sin cierta nostalgia, a aquel pequeñín que salió de Infantil y que ya ha quedado tan atrás.
Vamos a entrar en Secundaria. Otro mundo. Allí vuestro hijo va a tener que empezar a demostrar y a demostrarse que es capaz de responder a nuevas exigencias. Va a tener que aplicar unas habilidades escolares y sociales sin las cuales la Secundaria se convertirá, de un modo asombrosamente rápido, en el inicio de una serie de situaciones que bien pueden acabar conduciéndole al fracaso escolar. Y el fracaso escolar generalmente provoca conflictos familiares, se generaliza en fracaso personal y acaba derivando en situaciones de riesgo social.
¿Cuáles son estas habilidades a las que me estoy refiriendo? Podíamos formularlas de muchas formas, pero siendo lo más concretos posible, las resumiríamos en tres. A saber:
1ª Una autonomía personal demostrada.
2ª Un sentido del  deber, ya bastante claro.
3ª Un saber estar.
A lo largo de Primaria han debido de ir creciendo en esa autonomía personal. Una autonomía que no se refiere sólo a lo específicamente escolar, sino a todos los ámbitos de la vida del niño. Una autonomía que les ha de permitir ir estableciendo su identidad, y además responder satisfactoriamente a las exigencias del entorno, entre ellas las del colegio. Si a estas alturas hay que estar siempre detrás de ellos para que hagan los deberes, sepan qué libros han de llevar cada día a clase, cuiden su aseo personal, cumplan en las tareas domésticas, etc. algo está fallando. Y nos pasará factura ya, sin demora.
También en este momento debe haberse desarrollado el sentido del deber. Las cosas deben hacerse porque debo hacerlas, no por premios o castigos (terrible camino este si lo hemos iniciado) que acaban frecuentemente en un absurdo cotidiano insostenible. Y además han de hacerlas les apetezca o no. El que me apetezca o no hacer algo, es cuestión insignificante. Digámosles y demostrémosles que el “me apetece o no me apetece” no es criterio digno de la conducta humana, aunque sea muy frecuente.
Y finalmente en Secundaria ya deben saber estar. Deben saber estar en casi cualquier sitio y, por supuesto, en la clase. De aquí surgen situaciones problemáticas (también en el vestir, posible problema ya inminente), que se pagarán caras ahora, y carísimas en cursos venideros. Tienen que tener ya muy claro que el acto docente es algo serio, que exige respeto y compostura, pues sólo así  podrán atender y entender, punto de arranque de todo proceso  de aprendizaje.
Ninguno de estos tres aspectos es de aplicación específicamente escolar, pero incide en la escuela directamente. Por eso, en contra de la tendencia social de cargar sobre la escuela el peso de la educación de los niños, os recordamos que este peso debe caer fundamentalmente sobre la familia. En la escuela colaboramos.
Y para que esta colaboración sea eficaz,  creemos importante deciros, como ya os hemos dicho en otras ocasiones, que vuestro hijo necesita vernos juntos al “cole” y a los “papis”. El abismo de desconfianza que desde determinados ámbitos están abriendo entre el colegio y la familia, perjudica gravemente a vuestros hijos; a nosotros también, pero sobre todo a vuestro hijos.
Hay que insistir, y lo hago con las mismas palabras que hace seis años. Mirad, de cara al niño, en casa el “cole” siempre tiene razón, y viceversa. Y si pensamos que no es así, hablemos, pero nunca delante del niño, como no sea para mostrarle y reafirmar nuestra mutua confianza y colaboración. Lo contrario es hacerle daño, mucho daño a vuestro hijo, maniatarnos todos, echarnos arena a los ojos…y eso siempre se paga, porque el niño es alumno durante un tiempo, pero siempre será hijo de sus padres.
Por lo demás, feliz Secundaria. No hay que tenerle miedo. Si hacemos todos las cosas bien, aunque nos equivoquemos de vez en cuando, pueden ser cuatro años muy bonitos.

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