Con ocasión de las últimas elecciones, escribí un
decálogo que bien puede utilizarse a modo de tests de cara a las próximas.
¿Para qué sirve? Pues para saber a quien voy a votar, porque votar hay que
votar. No hacerlo, y más en los tiempos que corren, me parece una
irresponsabilidad mayúscula.
Hagamos el test, sin más preámbulos, a lo largo de la
campaña recién estrenada. Es fácil. En una hoja como la de arriba, ponemos en
un lado los partidos, y en el otro, lo que le pedimos a un partido para fiarnos
de él. Luego puntuamos de 0 a
10 el cumplimiento de cada uno de los criterios que hayamos establecido. El
partido que más puntos obtenga es al que votaré. Mis criterios, a día de hoy, planteados
en forma de petición, siguen siendo los siguientes, por si os sirven.
1 Pido que su prioridad sea la justicia
social, que supone trabajo, educación, sanidad para todos, no desde
perspectivas ideológicas ya caducas, sino desde una gestión de lo público
prudente e inteligente.
2 Pido que busque un pacto por la
educación para que, dejando de utilizarla como herramienta política,
lleguemos a un sistema educativo estable y duradero donde el trabajo de alumnos
y docentes pueda dar sus frutos algún día.
3 Pido capacidad para superar la
historia, que no olvidarla, de cerrar de una vez por todas, la vieja
herida, la brecha entre las dos Españas que tanto dolor ha causado, y que tan
rentable a algunos ha sido, ya demasiadas veces, para perjuicio de todos.
4 Pido que no reduzcan el saludable juego
parlamentario a un intercambio de insultos y descalificaciones entre unos y
otros. Pido que entiendan el debate no como algo que se gana o se pierde, sino
como un instrumento para buscar el consenso y el bien del ciudadano.
5 Pido que en las campañas
electorales, los partidos se limiten a exponer sus programas, a decirnos
que harán si ganas las elecciones, y que dejen a los rivales en paz. El
espectáculo habitual en las campañas parece una pelea ruin y pueril. Ridícula.
Me da mucha vergüenza.
6 Pido que no utilicen la
corrupción como arma política. No hay partidos corruptos. Hay personas
corruptas en todos los partidos. Y aquel partido que dice que en su seno no los
hay, miente. Que los localicen y los expulsen. Y punto. Porque en esto, quien
esté libre de pecado, que tire la primera piedra.
7 Pido sensibilidad y tolerancia
hacia “los otros”. Hacia las otras formas de pensar, de ser, de vivir. Pido
empatía social, tener la capacidad de ponerse en la piel de quien no piensa
como tú y encima no manda. Nadie tiene la verdad absoluta, ni el gobierno, ni
la oposición, ni los partidos minoritarios. Nadie.
8 Pido un sentido de la realidad.
En el mundo complejo y globalizado en el que estamos, hay cosas que no se
pueden hacer, aunque serían buenas en principio, pero sus efectos secundarios
serían catastróficos. La prudencia y el realismo son imprescindibles. Lo otro
es populismo suicida. No hay que olvidar que a veces es peor el remedio que la
enfermedad.
9 Pido la necesaria y urgente superación,
de una puñetera vez, de las palabras derecha
e izquierda. Son palabras vacías de contenido hoy en día, y seguir
interpretando la realidad según esta clave, es pura manipulación. Me da también
vergüenza cada vez que escucho esta hueca cantinela.
10 Pido que tenga respeto a las
reglas del juego democrático. El respeto a la Constitución , y el
estar abierto a la posibilidad de reformarla siempre que se obtenga la mayoría
parlamentaria suficiente para hacerlo, lo veo fundamental.
Bueno, esto es lo que pienso. Conozco y respeto otras
formas de pensar que se plasmarían en otros criterios, o en valoraciones
distintas a las mías de los criterios arriba expuestos. Es normal ¿no? Si hay
respeto, la diversidad, el pluralismo no asusta, enriquece. Pero sólo si hay
respeto.
NOTA:
Y puestos a pedir, pediría una vez más una cosita,
menos importante que las anteriores, pero al menos para mí, muy significativa.
¡Que no hagan el tonto con el lenguaje!
No hay comentarios:
Publicar un comentario