Este año, igual que el año pasado, el anuncio del
sorteo de Navidad (¿habrá que decir pronto del solsticio de invierno?) toca una de las fibras más sensibles de mucha gente. Lo que
pasa es que me resulta curioso el hecho de que, el eslogan, la conclusión, sea bastante más superficial de lo que son ambos cortos.
Pienso que el verdadero mensaje no es que es bueno compartir. Es un mensaje mucho más hondo. Es compartir con quien, por el motivo
que sea, casi no existe. Y esto es lo importante. Darse cuenta de que existe. Tenerlo en cuenta. Contar con él. Lo de compartir, es consecuencia, viene después.
Y ésta, creo yo, es la fibra sensible y dolorosa para
tantas y tantas personas que están, pero es como si no estuvieran. Que sufren
el desprecio, el ninguneo, el olvido constante, y generalmente involuntario, de
muchos de los que les rodean en el entorno familiar, laboral, social… Nadie
tiene la culpa, pero se quedarán sin su décimo, sin un décimo premiado.
Por eso, estos dos anuncios, me sorprendieron, me
conmovieron y me gustaron. Porque nos recuerdan a todos que es bueno mirar
alrededor, caer en la cuenta de que están los otros, y salir de vez en cuando, aunque sea un poquito, de mi yo, quizá arropado por un entorno confortable donde sí existo,
arropado por unas personas para las que sí existo.
Sé, porque lo veo, que hay demasiada gente esperando
que alguien caiga en la cuenta de que están ahí, tan solo de que están ahí. Con
eso sería suficiente. No haría falta compartir nada.
No, no son estos anuncios ñoños, ni mucho menos.
Meten el dedo en una de las llagas más dolorosas y más extendidas en nuestra
sociedad, la del olvido en vida, la de la soledad no deseada.
Y acaban bien. ¡Qué bonito! Es Navidad y acaban bien.
NOTA: Si queréis verlos
completos, a continuación tenéis los enlaces.
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