Así amanecía el último día de este año. Un árbol con las
ramas desnudas se recortaba contra el cielo rojo. He pensado que en la
primavera, esas ramas se llenarán de hojas que serán cobijo de los pájaros, y
luego, en verano, darán frutos. Es así. Es la vida.
Es bonito ese pensamiento de esperanza en el futuro,
por negro que a veces lo veamos. Yo, hoy quiero aferrarme a esa esperanza que
la naturaleza me anunciaba esta mañana, y quiero también recordar y compartir
ese texto de la Biblia
precioso, lleno también de esperanza, que al igual que el árbol desnudo, pero de
un modo más claro, más directo, nos habla del triunfo final de la Vida.
Y oí una voz potente que decía desde el trono:
- Esta es la morada de Dios con los hombres;
Él habitará con ellos
y ellos serán su pueblo;
- Dios en persona estará con ellos
y será su Dios.
- Él enjugará las lágrimas de sus ojos;
ya no habrá muerte ni luto,
ni llanto ni dolor,
pues lo de antes ha pasado.
Y el que estaba sentado en el trono, dijo:
- todo lo hago nuevo.
Ap. 21,3-5
¡¡Feliz año nuevo!!
Isabel y Jesús.
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