No es una cascada natural, pero es grande, a menudo tiene agua y está cerca de aquí. Desde que descubrí cómo llegar, voy de vez en cuando a verla, escucharla, sentirla. No es igual con la luz de la mañana, que con la del mediodía o con la de la tarde. También cambia con el cielo y con el viento.
Es un lujo en estas tierras castigadas por largas y agónicas sequías, sentarse junto a un pino y contemplarla. Contemplar el agua saltando de escalón en escalón. Agua, agua, agua.
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