FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

domingo, 10 de enero de 2016

Artur Mas: triste figura para la historia.


Hablaba el otro día con un amigo de las consecuencias demoledoras, y que pagaremos durante largos años, de lo que está pasando en Cataluña. Pero no era la cuestión política, ni sus repercusiones económicas lo que centraba nuestra atención, sino las implicaciones morales que todo esto está teniendo y tendrá. Implicaciones  morales tanto en la sociedad adulta como en los niños y jóvenes.
Porque no tiene justificación moral lo que el Sr. Mas ha estado haciendo. Y es una inmoralidad, no por el objetivo en sí mismo. La independencia de Cataluña no es cuestión ética, pienso yo, por lo tanto no puede ser moral o inmoral. Ni la entiendo, ni la comparto de ninguna manera, pero no la veo inmoral. Discutible, muy discutible, incluso me atrevo a decir absurda desde mi punto de vista, pero no inmoral.
Lo que sí es inmoral, porque emana de un planteamiento ético perverso,   es el modo en que se pretende alcanzar esa independencia. Reventar el consenso tan duramente conseguido en este país; tomar decisiones unilaterales en contra de la leyes democráticamente sancionadas por la mayoría; exigir a un gobierno constitucional lo que saben muy bien que ningún gobierno constitucional, lo haga mejor o peor, puede dar sin negarse a sí mismo; en suma, romper el estado de derecho sin considerar en modo alguno las consecuencias, imposibilitando cualquier posible diálogo, es una absoluta inmoralidad.
Y tanto más inmoral cuando sólo un tercio de los catalanes tienen claro de un modo rotundo que desean esa independencia. No hay apoyo popular real ni suficiente, sólo un apoyo parlamentario demasiado justo, para meterse en semejante berenjenal. Y eso el señor Mas lo sabe, por eso se “ha sacrificado”. Unas nuevas elecciones eran un riesgo excesivo. Mejor no preguntar dos veces.
El fin no justifica los medios. Pero estos señores creen que sí. Ese es su planteamiento ético. Y ya lo he dicho, no es el fin lo inmoral, son los medios utilizados para alcanzarlo. Piensan que para alcanzar “su” fin, vale todo. El fin justifica los medios.
Y esto es lo demoledor. Para lograr mis fines y los de los míos, todo vale. No hay ley porque yo estoy por encima de la ley. No hay diálogo, porque el único diálogo que acepto es el que me da la razón sin concesiones. No mido consecuencias. Caiga quien caiga. Y avanzo. Yo y los míos, los que piensan como yo. Al resto “que les den”. Aunque ese “resto” sea, palmo arriba, palmo abajo, la mitad o algo más de la mitad de los ciudadanos de Cataluña.
Este es el espectáculo que estamos viviendo. Consecuencias políticas, económicas, sociales… y morales. Y ante esto, quizá por “deformación profesional” pienso en nuestros niños, nuestros jóvenes. Si se fijan ¿qué van a ver? La triste incapacidad de los adultos de entenderse con la palabra, de ponerse en lugar del otro, de respetar las reglas del juego que ellos mismos se han dado. Una actuación decididamente más allá de cualquier principio moral. Por esto mismo, ya en 1935, Unamuno pidió perdón a los niños.
Están viendo, estamos viendo, la quiebra de los principios morales más básicos que sustentan a una sociedad, que permiten el estado de derecho; el fin de un planteamiento ético que nos permitió pasar de la dictadura a la democracia en paz.
Y pase lo que pase en el ámbito político, en el económico, en el social, cuente lo que cuente en el futuro la historia, el daño está hecho, y sólo Dios sabe cuánto tardaremos en curarlo.

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