Es el
rincón más bonito del pueblo y hay allí, por poco tiempo, un amable hotel
restaurante llamado La Muralleta, regentado con acierto y dedicación por Lina
que, con un buen equipo, había conseguido que fuera un lugar deseable por
muchos, tanto el hotel como el restaurante, ideal para celebraciones familiares,
fiestas, comidas o cenas de trabajo.
Es
cierto que a su buen hacer se unía su excelente ubicación, junto al parque
natural del Turia, en el casco antiguo, cerca del río, frente al castillo, a cuya
sombra, en la terraza que allí se disponía, se contemplan las torres de la iglesia,
ladera arriba.
Es
pues, más bien era, un valor añadido en el pueblo. Un hotelito coqueto con un
buen restaurante en un lugar ideal. Pero eso no ha importado. Manda el poderoso
caballero, como siempre. Y una cadena hotelera se ha hecho con las instalaciones. Nada será lo mismo. Lina, con su equipo, se tienen que ir. La pela es
la pela, como dicen. Todo lo demás no importa.
Sabemos que seguirán adelante en otro sitio, aquí en Ribarroja, y no dudo que les irá muy bien. Es
un nuevo reto que aceptan con entusiasmo y arropados por numerosas muestras de
solidaridad. Quien pierde es el pueblo.
Y
ahora viene mi reflexión. Esto es consecuencia del libre mercado, del
capitalismo puro y duro. ¡Qué feo! ¡Qué triste! Pero la alternativa ¿cuál es?
¿el comunismo? Peor todavía.
Y es
que no tenemos arreglo. Aún no sabemos, después de varios miles de años, cómo
organizarnos para que no sea el dinero el rey y señor del mundo. Hay otras
cosas más importantes que el dinero.
Lina y
compañía, ¡ánimo! Nos vemos pronto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario