El lubricán de hoy desde el camino de Cheste. |
Llegado
a los 68 años, ¡quién lo diría!, la única palabra que me sale es gracias. Todas
las demás la acompañan, y hay muchas. Dios, Isabel, madre, padre, hermanos,
familia, amigos, compañeros… Y tanta gente que no entrando en estas categorías
son para mí también muy importantes por sus palabras en las redes o en la
calle, o cuando nos vemos por ahí, en cualquier sitio, por sus saludos o su
sonrisa, por hacerme con su trabajo la vida más agradable, por acordarse hoy de
mí… También gracias a tantos y tantos que me han acompañado a lo largo de mis
años y que ya no están entre nosotros, o sí están, pero el discurrir del tiempo
los ha llevado muy lejos.
Sí, gracias
a todos los que me habéis acompañado desde aquel frío y ya lejano 15 de
noviembre de 1955, martes, en un hospital de Valencia hasta este cálido día de hoy en
Ribarroja. A todos, gracias. Y gracias a Dios por poder agradecerle su
presencia en mi vida a través de tantas personas que quizá sin saberlo muchos
de ellos, me permiten hoy decir que ha tenido sentido. Entre
todos me habéis ayudado a poder exclamar esta tarde, alto y claro, ¡gracias a la
vida!
Gracias a la vida que me ha dado tanto, me dio dos luceros, que cuando los abro perfecto distingo lo negro del blanco y en el alto cielo su fondo estrellado y en las multitudes a la mujer que yo amo.
Gracias a la vida que me ha dado tanto, me ha dado el sonido y el abecedario. Con él las palabras que pienso y declaro madre, amigo, hermano y luz alumbrando la ruta del alma de la que estoy amando.
Gracias a la vida que me ha dado tanto, me ha dado el oído que en todo su ancho graba noche y día, grillos y canarios martillos, turbinas, ladridos, chubascos y la voz tan tierna de mi bien amada.
Gracias a la vida que me ha dado tanto. Me ha dado la marcha de mis pies cansados. Con ellos anduve ciudades y charcos, playas y desiertos, montañas y llanos y la casa tuya, tu calle y tu patio.
Gracias a la vida que me ha dado tanto. Me dio el corazón que agita su marco cuando miro el fruto del cerebro humano, cuando miro el bueno tan lejos del malo, cuando miro el fondo de tus ojos claros.
Gracias a la vida que me ha dado tanto. Me ha dado la risa y me ha dado el llanto; así yo distingo dicha de quebranto, los dos materiales que forman mi canto y el canto de ustedes que es mi propio canto.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Violeta Parra.
Si queréis escuchar la canción cantada por Alberto Cortez
pulsad Gracias a la vida. |
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