Si hay
un día del año en que tenga más hondo sentido este testimonio, ese día es el Viernes
Santo, y desde hace mucho tiempo, un Viernes Santo como el de hoy.
Dos
hombres y un niño fueron ahorcados adrede en presencia de todos los presos. Los
dos hombres murieron en seguida. Los tormentos del niño duraban largo rato.
Entonces gritó alguien detrás de mí: ¿Dónde está Dios? Yo callé. Al cabo de
media hora, volvió a gritar: ¿Dónde está Dios? ¿Dónde está? Y una voz dentro de
mí respondió: ¿Dónde está Dios? Está allí colgado en la horca.
(E. Wiesel, en su libro Noche, sobre el campo de
concentración de Auschwitz)
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