FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

viernes, 24 de abril de 2020

Siempre me han gustado los trenes.



Siempre me han gustado los trenes. Me cuentan que desde pequeñito, todos los años, pedía a sus Majestades, los Reyes Magos de Oriente, un tren.
Recuerdo uno, no sé si fue el primero, de plástico, amarillo y azul. Pero es un recuerdo de esos tan remoto que dudo si realmente aquel tren existió. 
Recuerdo también las visitas con mi abuelo Paco, que tenía una agencia de trasportes junto a la estación del Norte, a ver los trenes a los andenes y a subir a la pasarela que había sobre la playa de vías, a verlos entrar y salir. El sonido de aquellas locomotoras negras, enormes; el traqueteo de los vagones, el vapor y el humo; aquel olor característico a tren, a estación, a vía, son recuerdos de los más entrañables de mi vida.
Y el tren siguió presente en mi vida. En los viajes a Fuente la Higuera, el pueblo de mi abuela materna, como pasajero. Y en las vacaciones en el pueblo. ¡Cuántas veces íbamos a verlos pasar a la estación, o al túnel, el "tunelet", como le llamaban, pegados a la pared, justo a la salida, con mi padre!
Recuerdo cómo me latía el corazón cuando veíamos a la locomotora entrar en el túnel, y todo era ruido atronador, humo, vapor…, y la veíamos pasar muy cerca, enorme, soberbia, poderosa. Y detrás los vagones que íbamos contando a medida que pasaban.
Muchas veces poníamos monedas en los raíles y luego las recogíamos, casi lisas y más grandes. Las guardábamos como un tesoro.
Vi cómo empezaron a aparecer nuevas locomotoras más rápìdas, trenes más largos y vagones más modernos. Recuerdo larguísimos mercancías con dos locomotoras. ¡Qué fiesta verlos pasar! ¡Dos locomotoras!
Luego en La Cañada, el "trenet", que cogíamos en la Estación de Madera. Los veo todavía. Años y años de "trenet" para a ir a veranear, o bajar a Valencia de vez en cuando.
Fue con trenes como empecé a ir a Pirineos, y con un largo tren militar como me fui a la mili, en un inacabable viaje a Madrid, atravesando un paisaje totalmente nevado.
El tren de Ribarroja, que pasaba muy cerca de mi casa, es ya también recuerdo, y al fin el AVE, con el que he hecho algunos viajes, menos de los que quisiera.
Toda una vida de trenes. Desde aquellas locomotoras de vapor hasta el tren de alta velocidad. Toda una vida.
Pues bien, como me gustaban, en cuanto pude, ya de mayorcito, me hice una pequeña maqueta con un tren eléctrico de verdad. ¡Qué ilusión! Una locomotora, cuatro o cinco vagones y un circuito sencillito. Es la foto que encabeza esta entrada.
Pasó el tiempo, y mi amor por los trenes, enfrascado yo en otros amores, parecía serenarse, pero una noche, cenando Isabel y yo con unos amigos, se despertó súbitamente y me llevó a la aventura de construirme una maqueta en casa. Y eso hice.
Pero esto es tema de otra entrada.

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