Buenos
días:
Hoy
comparto un himno de la liturgia de las horas, con el deseo y la esperanza de
que sus palabras caigan sobre nosotros como agua en tierra reseca.
Tu poder multiplica
la eficacia del hombre,
y crece cada día, entre sus
manos,
la obra de tus manos.
Nos señalaste un trozo de la
viña
y nos dijiste: «Venid y
trabajad.»
Nos mostraste una mesa vacía
y nos dijiste: «Llenadla de
pan.»
Nos presentaste un campo de
batalla
y nos dijiste: «Construid la paz.»
Nos sacaste al desierto con el
alba
y nos dijiste: «Levantad la
ciudad.»
Pusiste una herramienta en
nuestras manos
y nos dijiste: «Es tiempo de
crear.»
Escucha a mediodía el rumor
del trabajo
con que el hombre se afana en
tu heredad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario