Nos ha
enviado un amigo un texto atribuido a Jorge Luis Borges, pero que realmente es de una escritora
norteamericana poco conocida llamada Nadine Stair, según he podido averiguar. El
texto, escrito siendo ella ya muy mayor, dice:
De
tanto perder aprendí a ganar; de tanto llorar se me dibujó la sonrisa que
tengo. Conozco tanto el piso que sólo miro el cielo.
Toqué
tantas veces fondo que, cada vez que bajo, ya sé que mañana subiré. Me asombro
tanto como es el ser humano, que aprendí a ser yo mismo.
Tuve
que sentir la soledad para aprender a estar conmigo mismo y saber que soy buena
compañía. Intenté ayudar tantas veces a los demás, que aprendí a que me
pidieran ayuda.
Traté
siempre que todo fuese perfecto y comprendí que realmente todo es tan
imperfecto como debe ser (incluyéndome). Hago solo lo que debo, de la mejor
forma que puedo y los demás que hagan lo que quieran.
Vi
tantas liebres correr sin sentido, que aprendí a ser tortuga y apreciar el
recorrido. Aprendí que en esta vida nada es seguro, solo la muerte… por eso
disfruto el momento y lo que tengo.
Aprendí
que nadie me pertenece, y aprendí que estarán conmigo el tiempo que quieran y
deban estar, y quien realmente está interesado en mí me lo hará saber a cada
momento y contra lo que sea.
Que la
verdadera amistad si existe, pero no es fácil encontrarla. Que quien te ama te
lo demostrará siempre sin necesidad de que se lo pidas. Que ser fiel no es una
obligación sino un verdadero placer cuando el amor es el dueño de ti.
Eso es
vivir… La vida es bella con su ir y venir, con sus sabores y sin sabores…
aprendí a vivir y disfrutar cada detalle; aprendí de los errores pero no vivo
pensando en ellos, pues siempre suelen ser un recuerdo amargo que te impide
seguir adelante, pues, hay errores irremediables...
Y descubrí que las
mejores cosas de la vida suceden cuando menos te las esperas. No las busques,
ellas te buscan. Lo mejor está por venir.
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