Vaya
por delante que desde hace ya mucho tiempo me he desconectado de las noticias.
Ni tele, ni radio, ni periódicos, ni internet. Me entero de lo que me entero
por las conversaciones telefónicas con familia y amigos, y por alguna cosa
que me dice Isabel.
Sé que
seguir al día, con todo lujo de detalles, lo que está pasando, no sólo no me
aporta nada, sino que me hace daño. Cumplo el confinamiento, tomo las medidas
de protección que hay que tomar, y trato de seguir viviendo en paz en la medida
de lo posible.
Es una
opción personal discutible, pero es la mía.
Pero
pese a este aislamiento al que me he sometido a mí mismo, me llegan los ecos de
ciertas refriegas políticas que están teniendo lugar en medio de esta guerra. Y
eso me descorazona, y me reafirma en las bondades del aislamiento informativo de mi
confinamiento.
Por
eso no sé qué pasa, ni quiero saberlo. Lo único que sé es que la única
justificación que puede tener cualquier oposición al Gobierno, en estos momentos, es facilitarle la gestión para la pronta y segura salida de esta situación. Este
objetivo debe ser el único que justifique también toda la labor del Gobierno.
Todo
lo demás está de sobra. Y asusta, y duele, y aumenta la zozobra de millones de
personas que, de la noche a la mañana, y sin comerlo ni beberlo, han visto sus
vidas rotas. Y no acaban, no acabamos de entender, cómo diablos ha pasado esto
y cómo vamos a reconstruir tanta ruina.
Dice
el Eclesiastés que "hay un tiempo señalado para todo, y hay un tiempo para cada
suceso bajo el cielo:
tiempo de nacer, y tiempo de morir;
tiempo
de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;
tiempo
de matar, y tiempo de curar;
tiempo
de derribar, y tiempo de edificar;
tiempo
de llorar, y tiempo de reír;
tiempo
de lamentarse, y tiempo de bailar;
tiempo
de lanzar piedras, y tiempo de recoger piedras;
tiempo
de abrazar, y tiempo de rechazar el abrazo;
tiempo
de buscar, y tiempo de dar por perdido;
tiempo
de guardar, y tiempo de desechar;
tiempo
de rasgar, y tiempo de coser;
tiempo
de callar, y tiempo de hablar;
tiempo
de amar, y tiempo de odiar;
tiempo
de guerra, y tiempo de paz."
No es
tiempo de enfrentamientos, de reproches, de sacar tajada, de sacar votos, de pedir
dimisiones, de revanchas. Es tiempo de unidad, de honestidad, de entrega, de
generosidad, para que llegue el tiempo de edificar, reír, bailar, abrazar…, para
que pase pronto el tiempo de guerra y llegue el tiempo de paz.
Van a dar las ocho de la tarde. Voy a salir a aplaudir a quienes curan, plantan, edifican, buscan, cosen, hablan, guardan, aman...
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