Hoy es
el Día Internacional de la Madre Tierra, y además hace 50 años que celebramos
este día. Este año está dedicado a las abejas, que imagino estarán haciendo su
faena con más tranquilidad de lo habitual y con mucha materia prima, pues el
monte, con todas estas lluvias, estará de flores hasta la bandera.
Sí,
que disfruten ellas que pueden, de esta primavera que a los humanos nos ha sido
vedada, pues las necesitamos mucho más que ellas a nosotros.
El Día
de la Madre Tierra, de nuestro planeta, en el que están pasando cosas de las
que deberíamos aprender para cuando vengan tiempos mejores. Deberíamos
reflexionar sobre los efectos beneficiosos que la quiebra de nuestro modo de
vida está produciendo en la naturaleza. Los animales están más tranquilos, el agua
y el aire más limpios, la naturaleza más sana, sin nuestra presencia demasiadas
veces prepotente, agresiva, incluso violenta.
Sí, una
de las muchas cosas buenas que nuestro calvario está produciendo en el entorno
natural es la limpieza de la atmósfera. Mirad, una noche sin nubes, cuando la
haya, lo brillantes que se ven las estrellas. Yo antes las veía así en la
montaña; ahora, desde la terraza de casa.
Y esto
es así en todo el mundo. Me llamó la atención la noticia de que desde muchos
pueblos y ciudades de los países que rodean al Himalaya, no veían las montañas
desde hacía muchas décadas. Y ahora las ven.
Estas
son las fotos que voy a compartir, las de la gran cordillera, luciendo
impresionante y hermosísima, recortando sus cumbres sobre un cielo limpio otra
vez.
¡Ojalá
encontremos la forma de volver a poner en marcha nuestro mundo y seguir viendo
las cumbres nevadas del Himalaya! ¡Ojalá la encontremos! Nos va la vida en
ello.
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