Hoy
hemos recogido las dos primeras rosas de la terraza de casa. Esta mañana,
recién llovidas. ¡Qué bonito! Las he fotografiado, ¡claro! ¡Qué menos!
Comparto
a continuación las fotos y un texto de la escritora argentina Viviana Baldo, a
propósito de la bonita relación que surge entre el Principito y una rosa. Hablo
del conocidísimo libro de Antoine de Saint Exupèry, titulado El Principito.
Es un
poco largo, pero creo que vale la pena leerlo con calma.
”Te
amo” – dijo el Principito…
-”Yo
también te quiero” – dijo la rosa.
-”No
es lo mismo” – respondió él…
“Querer
es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las
expectativas personales de afecto, de compañía…
Querer
es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para
completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.
Querer
es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde nuestras
necesidades. Entonces, cuando no tenemos reciprocidad hay sufrimiento. Cuando
el “bien” querido no nos corresponde, nos sentimos frustrados y decepcionados.
Si
quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da
lo que espero, sufro. El problema es que hay una mayor probabilidad de que la
otra persona tenga otras motivaciones, pues todos somos muy diferentes. Cada
ser humano es un universo.
Amar
es desear lo mejor para el otro, aun cuando tenga motivaciones muy distintas.
Amar
es permitir que seas feliz, aun cuando tu camino sea diferente al mío. Es un
sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde
el corazón. Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento.
Cuando
una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no
por amar. Se sufre por apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada
ha esperado del otro.
Cuando
amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de
dar.
Pero
es cierto también que esta entrega, este darse, desinteresado, solo se dá en el
conocimiento. Solo podemos amar lo que conocemos, porque amar implica tirarse
al vacío, confiar la vida y el alma. Y el alma no se indemniza.
Y
conocerse es justamente saber de vos, de tus alegrías, de tu paz, pero también
de tus enojos, de tus luchas, de tu error. Porque el amor trasciende el enojo,
la lucha, el error y no es solo para momentos de alegría.
Amar
es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas
nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía.
Amar
es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos.
Amar
es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como padre, madre, hermano,
hijo, amigo y saber que en el tuyo hay un lugar para mí.
Dar
amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta. La manera de devolver
tanto amor, es abrir el corazón y dejarse amar.”
-”Ya
entendí” – dijo la rosa.
-” No
lo entiendas, vívelo” – agregó el Principito.
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