Es muy
conocido el principio de Platero y yo: "Platero es pequeño, peludo, suave, tan
blando por fuera…", pero muy pocos se saben el final. El primer final, porque
después, Juan Ramón Jiménez añadió tres capítulos más; Platero de cartón, A Platero en su tierra y La muy ilustre
ciudad de Platero.
Pero
el verdadero final, al menos para mí, es el capítulo 136, que en realidad forma con los tres que le preceden una unidad que culmina de modo admirable esta
maravillosa obra.
Cuando
después de trabajar en clase el libro durante varias sesiones, siempre con
resultados sorprendentes, llegaba a este capítulo y se lo leía a mis alumnos,
me sabía en un momento muy especial, de esos que justifican una vocación.
Les
pedía silencio absoluto y mucha atención, y ambas cosas me las daban a manos
llenas. Y empezaba a leer, o a hacer como que leía porque me lo sabía de
memoria, mientras les miraba las caritas. Y he de confesar que me conmovía ver
ese encuentro hondo y bello entre la literatura y mis alumnos.
Hoy,
Día del Libro, quiero compartir este entrañable recuerdo que acabo de contaros;
el capítulo 136, un capitulo lleno de esperanza; y una foto de mis Plateros,
presidida, ¡cómo no! por el firmado por el mismísimo Juan Ramón Jiménez.
¡Feliz
Día del libro!
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