Sin
ver todavía la salida del túnel, entramos en la Semana Santa más extraña que
podamos imaginar. No se parecerá a ninguna que recordemos. Pero no por eso
dejará de ser Semana Santa.
Lo que
ha ocurrido es que se nos ha quedado sólo la esencia, el alma. Ni siquiera
podremos celebrarla en comunidad físicamente. El alma desnuda de la Semana
Santa es lo que tenemos en las manos.
Por
eso voy a compartir un texto, que no he podido saber de quién es, que
probablemente conoceréis porque ha circulado ya desde hace tiempo por internet.
¿Quién
ha dicho esas historias?
¿Que
el Cristo este año no sale?
Si
está vestido de blanco,
de
azul, en los hospitales...
¿Quién
dice que el Nazareno
no
puede hacer penitencia,
si
están todos atendiendo
a
enfermos en las urgencias?
¿Cómo
que Jesús Caído
no
saldrá el Miércoles Santo?
Mírale
tú en nuestros médicos
que
caen rendidos, exhaustos,
como
humildes cireneos
ayudando
a cada paso;
celadores,
enfermeras, administrativas,
codo a
codo, sin descanso.
Igual
que en la borriquita
pasó
Jesús por la tierra,
nuestros
héroes camioneros
pasan
las noches en vela
para
abastecer mercados
de
barrio, farmacias, tiendas...
Ejército,
Guardia Civil, Policía,...
patrullan
calles desiertas,
y no
están con sus familias
sino
cuidando a las nuestras.
Y
lejos de las ciudades,
Jesucristo
está doblado
sobre
los surcos de tierra,
se
hace a la mar en un barco,
tiende
cables, cava pozos
o
pastorea el ganado.
Nadie
diga que el Señor
no
está en las calles presente,
cuando
en las iglesias solitarias
los sacerdotes
celebran misa diariamente.
Nadie
diga que el Cautivo
no va
a salir este año,
mientras
haya una voz buena
llamando
al que está encerrado.
Nadie
diga que el Gran Poder
no va
en su anda,
cuando
tantas vidas orantes
se
ofrecen y aman.
Con
cansancio en la mirada,
con
buen humor, sin fallarnos,
también
Cristo está presente
en
cualquier supermercado,
reponiendo
estanterías
o a
pie de caja cobrando.
Jesús
viene en un camión
de
blanco y verde pintado,
recoge
nuestros desechos
y se
va sin ser notado.
Cuando
veo a tanta gente
que a
los suyos ha enterrado,
siento
que también salió
la
Piedad del barrio bajo,
la
Virgen de las Angustias
con su
Hijo en el regazo.
Y
aunque a todos nos asuste
el
pasar por el sepulcro,
ahí
está la fortaleza
de
Aquel que ha vencido al mundo.
Tal
vez no haya procesiones
con
imágenes talladas
pero
ya ves, Cristo sale
al
encuentro de tu alma,
en mil
rostros escondido,
sin
cirios y sin campanas.
Que
aunque no haya procesiones
por
España en primavera,
seguirá
oliendo el incienso
que
pone su gente buena.
El
amor salta las tapias,
el
corazón no se encierra;
será
una "Semana Santa"
más
que nunca, y verdadera.
¡Feliz
Semana Santa!
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