Día 18 de confinamiento.
Buenos
días:
Hoy
comparto el salmo 114, con el deseo y la esperanza de que sus palabras caigan
sobre nosotros como agua en tierra reseca.
Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia
mí,
el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del
abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida».
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los
sencillos:
estando yo sin fuerzas me
salvó.
Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno
contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del
Señor
en el país de la vida.
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