Quiero
expresar mi más profundo agradecimiento a nuestro párroco y a los sacerdotes
que han celebrado hoy la Eucaristía, con el templo cerrado, a la que hemos
podido asistir por televisión. Gracias también a todos los que han hecho
posible esta retrasmisión que tanto bien habrá hecho a mucha gente.
¡Cuántas
ganas tenemos todos de podernos encontrar de nuevo allí, juntos, codo con codo,
compartiendo el Pan y la Palabra! ¡Cuántas ganas!
Quiero
también, de un modo especial, agradecer a Ricardo las últimas palabras de su
homilía, trayéndonos a la dura realidad de nuestras vidas ahora, esta estrofa
de los gozos del Cristo, del Cristo de los Afligidos, que tantas veces hemos
cantando en medio de la fiesta.
Ahora,
más que nunca, podemos decir desde lo más hondo de nosotros mismos:
Míranos
con tierno amor,
Cristo
mío, Rey del Cielo.
Ribarroja
con fervor,
te
pide luz y consuelo.
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