Día 3 de confinamiento.
Buenos días:
Hoy comparto un poema escrito
por mi amigo José Luis, sacerdote, titulado Job, con el deseo y la esperanza de
que sus palabras caigan sobre nosotros como agua en tierra reseca.
Sentado Job a la puerta de su
choza,
relampagueó de dolor su
cuerpo.
Sus oídos extrañaban el rumor
amortiguado
de los pasos de los amigos ya
lejanos.
El blasfemo puño levantado
preguntaba a Dios si era
culpable
de todas las pesadumbres del
mundo,
y su ausente silencio, si un
castigo.
Dirigió su mirada hacia los
montes
donde lubricán, herido de
muerte,
enrojecía cielo, nubes y
montes,
esparciendo la sangre de su
herida.
Luego, oscurecido y borrado el
horizonte,
vio cómo la noche cerraba su
pregunta.
Sólo el titilar de las
estrellas
pareció aliviar el desasosiego
último.
… Y el sueño cerró sus
párpados.
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