Así
llegaba Karine hoy a Valencia. Espectacular, pero nada más. Viento fuerte dando
sensación de frío, y cuatro gotas mal contadas en algunos sitios. Pero ¡qué
cielos! Qué fiesta de formas cambiantes; qué paleta de grises, todos desde el
blanco al negro; qué profundidad del azul limpio y alto. Y el sol, como jugando
al escondite, cambiando el paisaje constantemente.
No era
cómodo estar hoy en la montaña, pero me ha compensado ampliamente, entregarme
un rato a la borrasca.
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