Día 14
de confinamiento.
Buenos
días:
Hoy
comparto el evangelio que se leyó ayer por la tarde en Roma, en la bendición del Papa “urbi et orbi”, con el deseo y la esperanza de que sus palabras caigan sobre
nosotros como agua en tierra reseca.
Un
día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: “Crucemos a la otra orilla”.
Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron en la barca, así como estaba. Había
otras barcas junto a la suya.
Entonces
se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba
llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.
Lo
despertaron y le dijeron: “¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?”
Despertándose,
Él increpó al viento y dijo al mar: “¡Silencio! ¡Cállate!” El viento se aplacó
y sobrevino una gran calma.
Después
les dijo: “¿Por qué tenéis miedo? ¿Cómo no teneis fe?”
Entonces
quedaron atemorizados y se decían unos a otros: “¿Quién es éste, que hasta el
viento y el mar le obedecen?
Mc,
4,35-41.
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